
Stanislav Sidorov.
Por Eddy Rafael Pérez
La tierra maravilla a quien la habita. Bajo la lluvia una persona inventa el mundo que más sueña. Pájaros y palabras coordinan el deseo. Sobre las aceras, muchas gentes levantan —cada quien— su paraguas para cubrir sus cabezas y sus rostros del cielo. Sin embargo, no necesitan no necesitan la palabra para golpear o huir de la ciudad. Ellos se limitan a ejercitar los músculos de las piernas, de la nuca, los brazos… pero no sueñan. Ellos leen las noticias de todos los periódicos y se horrorizan, pero… Los hombres-autos controlan un auto a toda velocidad de angustia y humo: la muerte más terrible que existe.