Por Narciso Fernández Ramírez
ZULUETA, 21 DE DICIEMBRE DE 1958
El Comandante Camilo Cienfuegos, al frente de la columna invasora no. 2 Antonio Maceo, prepara el ataque al poblado villaclareño, al que sabe combativo y dispuesto a luchar por su definitiva libertad.
Cinco días de estudio le bastan al Señor de la Vanguardia para conocer cada uno de los detalles del enemigo, concentrado en número de 60 soldados en el cuartel.
Camilo pide mapas de la zona y los estudia minuciosamente. El 21 de diciembre todo quedó listo para el segundo ataque a Zulueta.
El día escogido coincidió con la clausura de la Conferencia Nacional Azucarera celebrada en el poblado de General Carrillo. Allí, 800 trabajadores se dieron cita para apoyar la lucha del Ejército Rebelde y la huelga general revolucionaria.
Doce horas duró el combate, en el que los invasores de Camilo dieron muestra de heroísmo y los zulueteños apoyaron en todo lo que estuvo a su alcance.
El médico del pueblo, Dr. Mortera, se propuso para ir al cuartel y pedir la rendición enemiga. Al inicio, pensando en las posibles consecuencias, hubo reticencia a que fuera. Finalmente lo hace, y tras varios minutos de conversación con el jefe de la plaza sitiada la guarnición enemiga depuso las armas.
Meses después, en 1959, Año de la Liberación, los habitantes del revolucionario poblado declararon Hijo Adoptivo al Comandante Camilo Cienfuegos.
PLACETAS, 23 DE DICIEMBRE
Tomado Cabaiguán, el Che decide atacar a Placetas, distante a solo 35 kilómetros de la capital provincial y con una población de más de 30 mil habitantes.
Fuerzas conjuntas del M-26 Julio y del Directorio Revolucionario 13 de Marzo inician, desde distintos puntos, el ataque a la conocida Villa de los Laureles. Poco a poco fueron cayendo los principales bastiones de la desmoralizada soldadesca batistiana.
El propio Che participa en la toma de los elevados placeteños. Allí, encabeza un asalto tipo comando y muestra su osadía ante el peligro y la temeridad que le hiciera jugar con la muerte infinidad de ocasiones.