Por Narciso Fernández Ramírez
«Nuestros héroes tendrán que ser liberados. La enorme injusticia cometida contra ellos será conocida por el mundo entero. Millones de libros transmitirán la verdad y el mensaje de Cuba. Nuestros compañeros, más temprano que tarde, ¡volverán!»
Fidel Castro, 8 de marzo de 2002
Doce años lleva la justicia bajo rejas. Doce años en que la razón y la verdad son escamoteadas por el sistema judicial norteamericano, que se burla del mundo entero y mantiene en injusta prisión a los Cinco Héroes cubanos, luchadores contra el terrorismo.
Fue el 12 de septiembre de 1998 cuando quedó consumada la ignominia contra René, Ramón, Fernando, Antonio y Gerardo. La farsa judicial montada en la ciudad de Miami y el juicio allí celebrado resultaron manipulados de principio a fin por la ultraderecha cubano-americana, que movió influencias y dinero para cebar su odio contra nuestros compatriotas.
El amañado proceso sirvió, no obstante, para ver erguirse a cinco hombres valientes, quienes en sus respectivos alegatos pusieron bien en alto el nombre de Cuba y de sus ideas. Tanto las palabras de René González, como las de Fernando González, Ramón Labañino, Gerardo Hernández y Antonio Guerrero, retumbaron acusadoras en las paredes de la corte, sin que ninguna llevara odio contra el pueblo norteamericano.
René usó palabras mesuradas. Ramón acudió a la razón. Fernando apeló a la justicia y Tony utilizó el verso para dejar fijada su inocencia: «No vengo hoy aquí a justificar nada, vengo a decir la verdad. Sólo con ella estoy comprometido.»
Mientras Gerardo, el de mayores condenas recibidas, se mostró firme al reclamar su derecho a defender a su pueblo ante el peligro de agresiones terroristas. El final de su alegato resultó enaltecedor: «Su señoría, la Fiscalía considera, y así lo ha pedido, que debo pasar el resto de mi vida en una cárcel. Confío en que si no es en este, en algún otro nivel del sistema, la razón y la justicia prevalecerán por encima de los prejuicios políticos y los deseos de venganza, y se comprenderá que no hemos hecho ningún daño a este país, que merezca semejante condena. Pero si así no fuera, me permitiría repetir las palabras de uno de los más grandes patriotas de esta nación, Nathan Hale, cuando dijo: ‘‘Solo lamento no tener más que una vida para entregar por mi patria’’.»
De entonces a la fecha, la lucha del pueblo cubano por el regreso de los Cinco no ha cesado. Convertidos en símbolo de nuestros mejores valores, la convicción de su retorno ha guiado el combate y no ha existido trinchera que no haya reclamado su regreso a la Patria.
Hoy existen en el mundo más de 300 Comités de Solidaridad con los Cinco, y su número crece cada día. La bandera de los Cinco está en el Aconcagua, el pico más alto de Nuestra América, llevada allí por un grupo de jóvenes argentinos. Una valla con sus rostros y la exigencia de su libertad estuvo durante un mes en una céntrica plaza de Hollywood; allí, en la meca del cine, se proclamó la injusta condena que pesa sobre nuestros compatriotas.
Incluso, varios de los más influyentes periódicos norteamericanos se han hecho eco del proceso; al tiempo que una página completa fue publicada en el New York Times para dar a conocer al gran público norteamericano lo que la prensa oculta deliberadamente. De igual forma, la firma de diez Premios Nobel en reclamo de la excarcelación de los Cinco avala la magnitud y el alcance de la lucha.
Tampoco han faltado la solidaridad y el apoyo de bloques integracionistas como el ALBA. Ni encuentros de solidaridad con la presencia de presidentes de varias naciones latinoamericanas: Evo Morales, de Bolivia, y Rafael Correa, entre otros dignatarios.
En estos momentos, la lucha adquiere matices nuevos. El hábeas corpus a Gerardo Hernández Nordelo —a quien le fuera ratificada la cadena perpetua— reafirma la voluntad de no cejar en el camino legal. A sabiendas, incluso, de lo difícil y espinoso que resulta, dados los vericuetos de la justicia a lo Made in USA y lo sumamente politizado del proceso.
También la amplia campaña solidaria crece a 12 años del injusto e inhumano encierro, período en que han pasado muchos días en el hueco, manera bárbara y fascista de intentar ablandar sus indomables espíritus.
Ahora mismo, tanto en Villa Clara como en toda Cuba y otras partes del mundo, los actos de apoyo a los Cinco resultan incontables. Hasta en la lejana Bélgica, el 12 de septiembre, un grupo de reconocidos artistas de aquel país actuó, delante del Palacio de Justicia de Bruselas, en un concierto de solidaridad con los Cinco y por el reclamo de su inmediata excarcelación.
En esa ingente lucha de más de una década, no podemos olvidar que aquí en Villa Clara, en Caguaguas, existe un framboyán con las siglas de Gerardo y Adriana grabadas en su tronco, árbol que guarda su más bello florecer para el amoroso reencuentro de la pareja.
Ni releguemos la hermosa idea del colectivo de Melaíto, que desde hace más de un año le tiene reservado un espacio en blanco a Nordelo —nombre artístico del caricaturista que es Gerardo Hernández— para que, en un mural que existe cerca de la Terminal de Ómnibus Intermunicipales de Santa Clara, dibuje contra la guerra y el terrorismo.
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