Por Carlos Alejandro Rodríguez
Siglos atrás, frente al pelotón de fusilamiento, el cacique Guara-Cabuya habría de recordar el futuro incierto de la tierra colonizada: aquel lugar nunca disfrutaría la prosperidad de pueblo y llevaría siempre su nombre: Guaracabuya.
Aunque distante 165 años de que le fuera concedido el título oficial de pueblo a la aldea —el 24 de marzo de 1847—, aún los designios de aquella maldición taína merodean la zona, aseguran sus pobladores, guardianes de una Ceiba centenaria que marca el centro geográfico de la Isla de Cuba desde antaño.
El propio origen de ese asentamiento está signado por las circunstancias de la fatalidad: los ataques de corsarios y piratas a la villa de San Juan de los Remedios obligaron a sus habitantes a buscar alternativas. El cura José González de la Cruz, el exorcista, los convidó a trasladarse a unas tierras suyas más al centro de la Isla.
Unos lo siguieron en 1804 y terminaron asentados en el lugar conocido como el Ciego; luego movieron sus bártulos al Copey y finalmente fundaron, en 1814, la aldea de San Atanasio de Guaracabuya. Otros, sin mucha esperanza en la empresa del cura, permanecieron inamovibles en la Octava Villa.
Así comenzarían varios siglos de historia con muchos detalles por descubrir aún. Guaracabuya fue posiblemente el primer lugar donde los conquistadores españoles encontraron oro abundante. La leyenda del metal dorado en las minas de San Blas de las Meloneras comenzó con la colonización y continúa hoy. El “pueblo” progresó, llegó a tener dos ingenios, Laberinto y La Caridad. Su iglesia, fundada desde 1814, recibió al obispo Juan José Díaz Espada y Fernández de Landa, Obispo Espada, que más tarde la privilegió con el óleo San Atanasio, del pintor francés Juan Bautista Vermay, primer director de la entonces Escuela de Pintura San Alejandro.
Así corría la vida hasta el 9 de abril de 1869, cuando el asentamiento fue incendiado por tropas mambisas tras haberse convertido en centro de operaciones militares del mando español. Los guaracabuyenses huyeron hacia el fuerte de Las Plazoletas buscando protección y fundaron el actual municipio de Placetas. Placetas suplantó a Guaracabuya.
El pueblo no desaparecería, sin embargo. Ahora recordamos un pasaje de la historia en el que el Jefe de Comunicaciones de Guaracabuya, en carta reproducida por la revista Bohemia en noviembre de 1949, decía: «nos sentimos orgullosos de vivir en este olvidado rincón de Cuba, que nuestros antepasados, en aras de la libertad que disfrutamos supieron entregar a las llamas».
La aldea maldita cumple 165 años como pueblo que no debía ser jamás. Y por esa rebelión histórica, ¿habrá sido condenada, también, a la soledad eterna?
[…] Datos históricos sobre Guaracabuya tomados de Verbiclara […]
Gracias por tomar el artículo para postearlo. ¿Podría incluir el nombre del autor: Carlos Alejandro Rodríguez? Saludos cordiales