Por Francisco A, Ramos García y José M. Dorta Suárez
Los pueblos con el objetivo de mantener vivos los hechos fundamentales de su historia recrean tradiciones que circulando de boca en boca o a través de documentos escritos, aseguran para todos los tiempos el recuerdo de estos acontecimientos. Entre los sucesos más sujetos a este tipo de recordatorio popular se encuentran los del nacimiento o fundación o sea el inicio de su existencia dentro de las páginas de la historia, es lógico que estas leyendas surjan en torno a componentes del entorno geográfico que puede ser un río, una montaña, un árbol, un animal, una cueva, una roca o cualquier otro. Santa Clara no ha escapado a esta peculiaridad y ha consagrado por tradición, con fuertes vínculos, al hecho de la fundación un árbol: el tamarindo ubicado en la Loma del Carmen.
Es frecuente que con el decurso del tiempo las tradiciones sufran algunos cambios, dados estos por los imperativos de cada generación de contar la historia a su manera suprimiendo o incorporando detalles. Como veremos en el caso de nuestro tamarindo este no siempre fue fundacional e incluso después de serlo hubo momentos en que fue olvidado, pudiéndose determinar, sin embargo, desde cuando pasó a ser considerado como tal y cuantos árboles de este tipo han recibido tal honor en nuestra ciudad.
El primer intento que conocemos, de vincular un árbol determinado a la fundación de nuestra ciudad, aunque con posterioridad observaremos que la tradición había consagrado a otro, es la realizada por el intelectual santaclareño Manuel Dionisio González ( 1815-1883) en su novela histórica: El indio de Cubanacán o Las Brujas de Peña Blanca, impresa en 1848 donde el autor se remonta a 1550 para recrear los paisajes donde después se habría de edificar el poblado, concluyendo su obra de la siguiente forma:
“Cerca de siglo y medio después, se fundó un pueblo, junto a la llanura de la seiba […] Ese pueblo es la villa de Santa Clara, fundada sobre las ruinas del Cubanacán.”[1]
Sin embargo diez años más tarde el mismo autor al elaborar su Memoria Histórica de la Villa de Santa Clara y su Jurisdicción, al relatar el hecho de la fundación prescinde de vincularlo a cualquier tipo de árbol y cuenta:
“[…] pero había unos ranchos y corrales de encierro para los ganados en la loma que se designa en el día con el nombre del Carmen, hacia la parte del río, que circuye la población por ese rumbo, en cuyo sitio parece se reunieron todas las familias fundadoras a su llegada de Remedios. La tradición coloca allí el acto augusto, la sacrosanta ceremonia de la celebración de la primera misa en Villa-Clara.”[2]
Refiriéndose a lo anterior el autor incluye una nota que por la importancia que tiene para el tema que tratamos reproducimos: “Este es el dato (el anterior) que rinde más probabilidades de certeza, según las noticias conservadas por personas antiguas; y aunque hay quien crea que la celebración de la primera misa tuvo lugar en la Plaza Mayor bajo un jagüey muy frondoso que allí existía, en el mismo sitio donde hoy está edificada la Iglesia( actual parque Leoncio Vidal), considero sin embargo, más verosímil la primera noticia, por estar fundada, no solo en el dicho de mayor número de individuos de edad, a quienes fue transmitiéndose de sus antepasados, sino porque concurren a corroborarlo distintas circunstancias. Tales son, entre otras, las que debió preferirse por los fundadores el punto de la loma del Carmen, porque había allí una fábrica, que alguna más comodidad les ofreciera, a diferencia del terreno de la plaza que lejos de esa ventaja, estaba entonces cubierto de malezas, y era además un sitio muy a propósito para el efecto, pues según se sabe, hasta existía un pantano bajo el mismo jagüey, que servía de revolcadero a los cochinos. Aparte de estas, hay otras razones sobre el particular que, estando comprendida en las noticias que doy en el Apéndice respecto a la ermita del Carmen, evito aquí repetirlas porque pueden verse en aquel lugar”.[3]
Las noticias del Apéndice a que se refiere son las siguientes: “…quizá la idea de perpetuar la memoria de este acontecimiento, (la primera misa) hubo de ser el principal estímulo que siguiera el presbítero Conyedo al edificar un templo con ese nombre (la festividad de Nuestra Señora del Carmen se celebra el 16 de julio) en el mismo sitio que sirvió para consagrar a Dios los primeros cultos. Lo cierto es que siempre fue mirado por nuestros antepasados con toda veneración, habiéndose fijado allí una cruz, que se conservó hasta la entrada del siglo actual.”[4]
Contemporáneo con la Memoria Histórica es el poema escrito por intelectual y patriota santaclareño Miguel Gerónimo Gutiérrez (1822—1871) titulado Quince de Julio donde plantea que las familias remedianas llegaron: “Haciendo templo a un árbol que frondoso/ En la verde colina descollaba, / Rindieron culto al Dios que los colmaba/ De Esperanza, de Fe, de Caridad.” [5]
Como podemos apreciar hasta esta época aún el tamarindo no se menciona como fundacional y si tenían posibilidades una ceiba y un jagüey. En los documentos referidos a la propuesta y la aceptación del día 15 de julio como festivo para la ciudad por el Ayuntamiento, en 1861 y 1862 respectivamente, no se propone ningún árbol como fundacional.
En las reseñas por el 200 aniversario de la ciudad en 1889, se describen las actividades desarrolladas en los alrededores de la iglesia del Carmen sin mencionar tributo alguno a ningún tamarindo u otro árbol e incluso en el escudo de la ciudad que utilizó el Ayuntamiento para la ocasión lo que aparece, en el lugar que ocupa el tamarindo en el escudo actual, es una palma[6]. Pero sin dudas ya en esta fecha existía en las inmediaciones de la iglesia un tamarindo pues pocos años después en 1894, el 26 de julio, el Ayuntamiento firma una petición a la Reina que es aprobada para elevar a la superioridad, donde entre otras cosas pide a la soberana el uso de un escudo para la ciudad en cuya descripción para justificar la parte inferior del mismo, se expresa que los fundadores al llegar: “[…] Se albergaron en la habitación y corrales de Francisco Alejos, situados en la llamada hoy loma del Carmen; que junto a la habitación existía un árbol y que en ese lugar se verificó por primera vez el santo sacrificio de la misa…por eso vemos una pequeña colina provista de vegetación en su parte inferior, desnuda de árboles en su parte media, y en su cúspide una rústica choza, sobre la cual se inclina el frondoso ramaje del tamarindo, al pie del cual se dijo la primera misa”[7].
La petición del Ayuntamiento tuvo gran repercusión en la prensa y desde entonces pasó a ser considerado el tamarindo como árbol fundacional y a partir de ahora cada vez que se trate el tema de la fundación el tamarindo estará presente.
En la primera década del pasado siglo se realizaron varias composiciones poéticas dedicadas al tamarindo como árbol fundacional dos de ellas nos han llegado en el libro “Los Poetas Villaclareños” publicado en 1927 de la autoría del profundo investigador y conocedor de la historia local Manuel García Garófalo Mesa (1887-1946). La primera del destacado intelectual santaclareño Juan E. Valdés (1863-1918) titulado Al Tamarindo, que Garófalo presenta de la siguiente forma: “Al tamarindo que sustituyó al jagüey bajo el cual según la tradición se dijo la primera misa […] dedicó Valdés el soneto que sigue”[8].
Donde se aprecia que el compilador consideraba al jagüey como fundacional. La otra del destacado poeta Manuel Serafín Pichardo (1863-1937) también titulada Al Tamarindo y que se presenta: “A cuya sombra se dijo la primera misa al fundarse Villaclara por las familias de Remedios, el 15 de Julio de 1689”.[9] Reafirmando la tesis expuesta por el Ayuntamiento en 1894.
En diciembre de 1916 el Ayuntamiento santaclareño propone derribar el árbol por afear el ornato público y en el 1918 es talado el tamarindo lo cual provoca airadas protestas en la prensa por los seguidores de la tradición, siendo el mayor logro de este movimiento la publicación del número especial de la revista “El Quince de Julio”, dedicada al 229 aniversario de la fundación de la ciudad y dirigida por Juan E. Valdés.
En la revista entre varios materiales de carácter histórico se resalta la importancia del tamarindo. Para lograr lo anterior se publica un artículo del propio Valdés titulado “El Primer Monumento” escrito un año antes, en el 1917 y que concluye: “…el primer monumento, el árbol centenario, víctima de los reveses de la suerte que ante la tradición que se estremece se conserva todavía”. En la misma página del artículo se insertan las poesías de Valdés, de Pichardo y de Gutiérrez a que hemos hecho referencia con anterioridad. Se adjunta una foto del director y redactores de la revista Renacimiento tomada junto al tamarindo conmemorando la fecha en el año1917, en otra página se reproduce la petición del escudo en 1894 donde se establece como ya vimos el tamarindo como fundacional y además casi al final de la revista se incluye un artículo del destacado patriota santaclareño Francisco López Leiva (1857-1940) titulado “Flexiones y Reflexiones” donde plantea que es una idea falsa de progreso:
“Haber derribado el legendario tamarindo de la loma del Carmen, donde según la tradición, se congregaron a oír la primera misa los fundadores de Villaclara. En la Habana que es la ciudad más despreocupada y cosmopolita de Cuba, cada vez que ha muerto la Ceiba Histórica del Templete, el Ayuntamiento planta otra en el mismo lugar; en Villaclara que es la cuna y sede del pilongismo vocinglero, el Ayuntamiento derriba y no repone el árbol bajo el cual se congregaron a oír la primera misa el 15 de julio de 1689 … se me ha dicho que la tala del tamarindo se llevó a cabo por razones de ornato, y a esto puedo contestar que no hay árbol que deje de ser artístico y bello per se”.
En los años posteriores cada 15 de julio sería recordado con nostalgia el tamarindo. En 1923 la Asociación de Prensa coloca en el lugar donde estuvo el tamarindo una tarja haciendo alusión a la primera misa. En 1925 se renuevan los espíritus fundacionales con la inauguración del parque Leoncio Vidal ampliado y la publicación de Julio Arturo Valdés (1873-1957) de la segunda edición de la Memoria Histórica de Santa Clara y su Jurisdicción de Manuel Dionisio y en 1926 se publica un libro dedicado a la provincia de Santa Clara bajo el título de Magazine de la Lucha y en la parte dedicada al municipio santaclareño se inserta nuevamente la petición del escudo por el Ayuntamiento en 1894 que consagra al tamarindo.
El 26 de enero de 1926 el periódico “La Publicidad” bajo el título de El Tamarindo publica la siguiente nota:“La Cámara Municipal ha autorizado a los señores doctor Oscar Esparza y Joaquín Montenegro para sembrar un tamarindo, en el mismo lugar en que existía aquel otro, donde según la tradición, se dijo la primera misa en la loma del Carmen; acordándose que el arquitecto municipal informe el costo de una verja de hierro que resguarde el tamarindo”[10]. Esto no prosperó según todo parece indicar pues no es hasta 1933, después de varios años en que incluso en algunos no se celebró el día de la fundación, que el mismo periódico con fecha del 13 de julio incluye dentro de las actividades a realizarse por los festejos del próximo día 15 la siguiente: “A las nueve siembra del nuevo tamarindo en el parque del Carmen en el lugar donde se dijo la primera misa en la ciudad”.[11]
No encontramos otras referencias al tamarindo en la prensa hasta 1947, después de otro periodo de decadencia en la conmemoración de la tradición, en que el periódico “La Publicidad” del día 14 de julio anuncia para el 15 a las 9 de la mañana: “Una Misa en el parque del Carmen a la sombra del histórico tamarindo donde los fundadores de la ciudad dijeron su primera misa”[12]. Por lo que todo parece indicar que el tamarindo si fue plantado en el 33 y ya para el 47 tenía bastante altura, por otras fuentes también conocemos que el referido árbol ya tenía cierto tamaño en 1944[13].
En el año 1944 se había producido un nuevo renacer por las tradiciones al crearse el Comité 15 de julio o Comité Pro Monumento a la Fundación de Villa Clara y Mejoras Urbanas, después conocido por Grupo de los Mil, teniendo como objetivo fundamental la ejecución de un monumento a las familias fundadoras inspirados por la publicación en 1940 y 1942 respectivamente de las tercera y cuarta ediciones de la Memoria Histórica de Santa Clara y su Jurisdicción de Manuel Dionisio a cargo nuevamente de Julio A. Valdés.
En 1951 se inaugura el monumento por la fundación en el parque del Carmen con forma de una espiral descendiente sostenida por 18 columnas en cada una de las cuales aparecía el nombre respectivo de la familia, teniendo como centro al tamarindo, la tradición está viviendo su mejor época hasta la fecha, y el tamarindo, su mayor momento de reafirmación como histórico.
Después de 1959 la tradición va a quedar en el olvido por varios años ante tareas que requerían mayor atención dada la complejidad de la época y los requerimientos de los primeros años de la revolución. En 1989 en ocasión del 300 cumpleaños de Santa Clara felizmente se retoma la tradición de conmemorar los aniversarios de la ciudad y entre las actividades se desarrolla la de crear un bosque de tamarindos en las faldas del Capiro compuesto por trescientos árboles representando los años de fundada la población, posteriormente en cada aniversario se ha sembrado el correspondiente.
Después de todo lo analizado podemos establecer que el tamarindo del Carmen se convierte en fundacional en 1894 cuando el Ayuntamiento santaclareño hace la petición del escudo a la Reina y que el que podemos apreciar en la actualidad, sembrado presumiblemente en 1933, constituye el segundo al que se le han rendido honores como fundacional.
El Tamarindo de el Carmen. ¿Desde cuándo fundacional? ¿Cuántos han sustituido al primero? Una versión se publicó en Umbral No. 50. ene. –marzo 2014.
[1] González Manuel Dionisio: El indio de Cubanacán o Las Brujas de Peña Blanca. Sin año ni editora. Pág. 42.
[2] González Manuel Dionisio: Memoria Histórica de la Villa de Santa Clara y su Jurisdicción. Santa Clara. Imprenta El Siglo. 1858-1860. Pág. 20.
[3] González Manuel Dionisio: Memoria Histórica de la Villa de Santa Clara y su Jurisdicción. Santa Clara. Imprenta El Siglo. 1858-1860. Pág. 466. Nota 10.
[4] González Manuel Dionisio: Memoria Histórica de la Villa de Santa Clara y su Jurisdicción. Santa Clara. Imprenta El Siglo. 1858-1860. Pág. 335. En realidad el sitio que proponía González como el de la fundación se encuentra un poco más al norte del considerado actualmente, en dirección al río, donde estuvo originariamente la Ermita del Carmen.
[5] Pérez Luis Marino: Biografía de Miguel Gerónimo Gutiérrez. Habana. Editorial Hércules, O Reilly 459. 1957. Pág. 130.
[6] Ver: https://verbiclara.wordpress.com/2015/05/08/el-escudo-de-santa-clara-genesis-y-evolucion-nuevas-pesquisas/
[7] Archivo Provincial de Historia: Ayuntamiento de Santa Clara. Acta capitular del 26 de julio de 1894.
[8] García Garófalo Mesa, Manuel. Los poetas villaclareños. La Habana 1927. Pág. 168.
[9]García Garófalo Mesa, Manuel. Los poetas villaclareños. La Habana 1927. Pág. 156.
[10] La Publicidad, Martes 26 de enero de 1926. Santa Clara. Año XXII. No. 10296. Pág. 1.
[11] La Publicidad, 13 de julio de 1933. Santa Clara. Año XXIX. No. 11878. Pág. 1.
[12] La Publicidad, 14 de julio de 1947. Santa Clara. Año XLII. No. 13977. Pág. 1.
[13] Ver: De La torre Grovas Silvio: Francisco González Cuesta. Su Vida y Su Obra. Habana. 1957. Pág. 74.
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