Dr. C. Juan Carlos Rodríguez Cruz*
Lic. Manuel Monert Rodríguez**
El 24 de enero de 2012 se publicó en CUBADEBATE un artículo titulado: Martí y María Mantilla: ¿qué dice la ciencia?, de la autoría de Yamil Díaz Gómez que incluye una entrevista al Dr. Ercilio Vento Canosa: antropólogo, arqueólogo, médico legal, espeleólogo e historiador de la ciudad de Matanzas. En pocos párrafos el periodista dilucida el arduo trabajo del Dr. Vento, su labor científica y a continuación expone las conclusiones del científico sobre la paternidad de Martí respecto a María Mantilla.
El autor del artículo reconoce lo espinoso del asunto y sus posibles repercusiones por lo que señala: además de un prestigioso científico, es una persona. Esa persona tiene derecho, como cualquier otra, a haber llegado a una conclusión acerca de si María Mantilla era o no hija biológica de José Martí; y el propio investigador Vento asevera en la propia entrevista: aún en este caso, el examen ha sido en esta parte lo suficiente concluyente para afirmar la paternidad presumida. [1]
Pocos investigadores han incursionado en un tema tan susceptible, por considerar que, lejos de un aporte a la ciencia histórica, que engrandezca la figura de Martí, sería un golpe, un descrédito moral al que predicó con su modo de actuación. Precisamente la historiografía alemana denomina buscadores de fango a aquellos investigadores que tratan de remover las suciedades de la historia.
Estos autores están convencidos que el tema objeto de análisis, no pasó desapercibido para historiadores de la talla de Fernando Ortiz, Hortensia Pichardo, Fernando Portuondo, Jorge Mañach, Le Riverand, Cintio Vitier, etc.; como tampoco le ha pasado inadvertido a historiadores más contemporáneos como Luis Toledo Sande, Jorge Ibarra, Eduardo Torres Cuevas, Eusebio Leal y Armando Hart, entre otros.
En los próximos párrafos se realizará un acercamiento a una verdad muy diferente a los resultados de los análisis científicos del Dr. Vento, a partir de los documentos con que se cuenta y a las interpretaciones históricas, teniendo como elemento sustentador el significado que tuvo la ética para José Martí.
Antes de penetrar en las fuentes puramente históricas, se hará un análisis al contenido publicado en el mencionado artículo y un breve examen de la aplicación del método antropométrico, por parte del Dr. Vento, a las iconografías empleadas, producidas en distintas épocas, de José Martí y María Mantilla.
En la referida publicación del 24 de enero el periodista señala que: en intensas jornadas, el apasionado científico buscó en los ojos, en las manos, en los labios, en la frente de ambos la solución a ese viejo y discutido dilema[2].
Ante la prueba antropométrica realizada, por el médico legal, el periodista debió ser más explicativo, porque de la forma en que lo enfoca parece ser verdad que en dichas partes físicas fueron buscados rasgos antropológicos o caracteres parecidos. Aunque se explicita que fueron empleadas múltiples iconografías, debió haberlo precisado, porque su argumento va dirigido a un lector y lleva una intención con marcada carga psicológica. No es lo mismo buscar caracteres parecidos en las diferentes partes del cuerpo, que observar esas mismas partes del cuerpo en diferentes fotos, cuyas representaciones están signadas, por la diferencia epocal y la incompatibilidad técnica, patentizando un caso iconográfico-comparativo distado por más de medio siglo.
Respecto a la prueba Morfológica y Antropométrica, el Dr. Vento señala: La sumatoria de los rasgos en estudio, aporta un alto grado de fiabilidad en los resultados, lo único que se precisa por parte del perito es su experiencia y capacidad para identificar los rasgos físicos, privando su examen de toda subjetividad, toda vez que no se trata de establecer una simple semejanza, sino buscar los caracteres físicos heredados por el hijo a partir del presunto padre[3].
Es necesario detenerse en este texto para sondearlo con precisión. En primer lugar, ¿Cómo es posible privar un examen de este tipo de la subjetividad del investigador? Cuando se compara se triangulan resultados, donde el fuerte gravamen subjetivo del científico está presente. Estos autores se permiten parafrasear a Lenin cuando refiriéndose a las abstracciones científicas planteaba que van de la práctica al pensamiento abstracto y del pensamiento abstracto a lo concreto pensado.
En segundo lugar, según el Dr. Vento, no se trata de establecer una simple semejanza, sino buscar los caracteres físicos heredados por el hijo a partir del presunto padre[4]. En el caso a que hace referencia el artículo, no existe el presunto padre, porque María Mantilla tenía padre. Manuel Mantilla lo fue hasta su muerte en 1885, y ha quedado demostrado en todo documento de archivo y en las memorias históricas reconstruidas.
En renglones siguientes el destacado Antropólogo refiere que: Se exceptuaron las comparaciones en los casos en que no se disponía del elemento semejante, como lo es la sangre[5]. Las comparaciones que realizó el Dr. fueron basadas en representaciones fotográficas y el científico plantea que: no obstante ser arduo el trabajo y complejo, no puede decirse que fuera difícil al extremo de sacrificar su fiabilidad[6].
Las comparaciones de los elementos iconográficos de José Martí y María Mantilla, las realizó el eminente antropólogo tratando de encontrar rasgos en ambos que le pudieran permitir transitar de una supuesta paternidad a una paternidad reafirmada científicamente.
Pero, ¿el Dr. Vento podría demostrar y sostener ante la comunidad científica sus resultados comparando solo a Martí y a María Mantilla? ¿Podría el destacado investigador aclarar dicha paternidad, si no tuvo en cuenta la comparación de María Mantilla con su padre, donde podría haber caracteres coincidentes con Martí? ¿Acaso el antropólogo e historiador tuvo en cuenta las comparaciones iconográficas de María Mantilla con la madre y con sus hermanos que, ni remotamente eran hijos de Martí? ¿Se comparó la foto de Martí con toda la familia Mantilla Miyares para demostrar que eran de ascendencia europea y que, en ellos, podría haber múltiples rasgos o caracteres similares? ¿En todos los casos se llegó a una conclusión y luego se compararon y triangularon todos los resultados conclusivos? De haberse realizado no queda registrado en el artículo que se publica en CUBADEBATE fechado el 24 de enero.
En otro momento de la entrevista realizada por la periodista al antropólogo, y se cita al entrevistador: Supongamos por un momento que no se tratara de Martí y María sino de un ciudadano X y una probable hija Y; que esta investigación se presentara ante un tribunal cubano donde estuviese el asunto en disputa. ¿Qué sucedería?[7] Éste respondiendo a la pregunta de Yamil refiere: Lo que dice el experto no se convierte necesariamente en la cosa juzgada, según reza una máxima del derecho[8]. Y luego: Aun en este caso, el examen ha sido en esta parte lo suficiente concluyente para afirmar la paternidad presumida[9].
El Dr. Vento testifica que: el examen ha sido en esta parte lo suficiente concluyente para afirmar la paternidad presumida[10] y, el propio científico parece caer en sus propias redes, al mismo tiempo que plantea: Lo que dice el experto no se convierte necesariamente en la cosa juzgada[11]. Según estos autores el examen puede ser lo suficiente concluyente como para arribar el investigador a un resultado, pero en ningún caso para afirmar la paternidad presumida. Lo planteado por el antropólogo continúa siendo, desde el plano científico, quimérico y especulativo.
Las interpretaciones históricas realizadas por estos investigadores arriban a resultados concluyentes que difieren de las del Dr. Vento Canosa. En ningún momento se aplicó el método antropométrico como lo hizo el destacado antropólogo, sino se tuvo en cuenta el método de análisis y crítica de fuentes tomando como procedimientos los métodos del pensamiento lógico: análisis y síntesis; inducción-deducción e Histórico-lógico. Otro método de gran valor utilizado fue el hermenéutico, el cual se empleó para interpretar textos y parlamentos oscuros que se esgrimen en torno al tema objeto de estudio.
Las fuentes consultadas permitieron realizar comparaciones e interpretaciones a estos autores que los condujeron a resultados muy serios, pero no a nada exacto. En Cronología de Ibrahim Hidalgo se establece un orden histórico-lógico sobre la vida de José Martí. En ella podemos encontrar que el 3 de enero de 1880 Martí llega a Nueva York, el 8 de enero del propio año se hospeda en la casa de Los Mantilla y el 3 de marzo del mismo año llegan su esposa Carmen Zayas Bazán y su hijo José Francisco Martí.
Haciendo un análisis exhaustivo referente al caso que se ocupa en estas líneas, relativo al polémico asunto relacionado con la posible paternidad de Martí sobre María Mantilla, se comparan estas fechas con el nacimiento de la mencionada niña, el cual ocurrió el 28 de noviembre de 1880. No es difícil inferir que el embarazo de Carmen Millares se produjera entre el 25 de febrero y el 3 de marzo, teniendo siempre presente que dicho año fue bisiesto. Si Martí logró quebrantar, en ese efímero tiempo, el lecho matrimonial de los esposos Mantilla-Miyares, cabría entonces la pregunta: ¿Cuál fue el código ético de José Martí respecto al amor y a la amistad y cómo los valoró? Este código ético puede hallarse en toda su obra, pero plenamente en Adúltera.
Martí desborda en dicha obra su pensamiento ético-filosófico de lo que para él era el amor, la amistad y cómo valoraba la traición conyugal de una mujer al esposo. En el propio drama refiere que: Mujer envilecida por su voluntad, mujer manchada por el deseo, ¡es carne, es polvo, es fango, es vil![12]
Si se tiene presente la concepción martiana sobre el amor y la traición, se puede formular una nueva pregunta, ¿Ese fue el criterio que tuvo José Martí sobre Carmen Millares? Mucho difiere cuando, en cartas a María Mantilla, le declara: Quiere mucho a tu madre, que no he conocido en este mundo mujer mejor. No puedo, ni podré nunca, pensar en ella sin conmoverme, y ver más clara y hermosa la vida…. Cuida bien ese tesoro envuelve a tu madre, y mímala porque es grande honor haber venido de esa mujer al mundo[13]. Y en 1894 escribe a su madre, Leonor Pérez, sobre Carmen: No he conocido humildad y honradez como la de Carmita.[14] Si ese fue el criterio y bien juzgado de Martí respecto a la honradez de Carmen, ¿Cómo mancharla a la luz de nuestros días en un simple artículo denigrante e irreverente, pretendiendo suplir las palabras del más grande de los cubanos?
En otro momento de la obra, Adúltera, valorando a las esposas honradas, plantea: …pero en la casa de la esposa honrada hasta la sombra de un hombre mancha e infama[15]. Y seguido: ¡Ay del amigo débil! ¡Ay de la mujer villana que mancille mi honor![16] ¿Cómo entonces valorar a Martí de traidor y de manchar, con una corrupción el tálamo nupcial,[17] si consideraba al amigo como ser de nuestro ser, como continuación de sí mismo[18]? ¿Cómo valorar al apóstol de ultrajar a un hombre que lo recibió en su hogar, y haberlo traicionado a solo, aproximadamente, cincuenta días de su llegada, cuando consideraba que la deshonra es del que deshonra a los demás[19]? Recuérdese que Martí fue acogido en dicha casa con beneplácito y que una acusación de tal magnitud va totalmente en contra de toda postura ética asumida por él.
La infamaciones aludidas en el artículo del 24 de enero, coinciden en fecha, pero con 132 años de diferencia, con la lectura en Steck Hall que, concluyó con una frase que todavía suena a los oídos de aquellos que escuchan dicha cita como un cristal o como un cañonazo: ¡antes de cejar en el empeño de hacer libre y próspera a la patria se unirá en mar del sur al mar del norte y saldrá una serpiente de huevo de águila![20]
Para el Maestro el águila constituía un símbolo positivo y el de la serpiente negativo ¿Cómo, se preguntaría el más inexperto, si Martí conocía perfectamente las categorías del bien y del mal, podría imbricarlas y hacerlas un resultado en su modo de actuar, cuando estaba convencido de la discordancia conceptual?
La publicación del artículo por Díaz Gómez es una forma de corroborar la vieja calumnia surgida en la década de los 80 del siglo XIX sobre Carmen Millares, como esposa infiel. Dicha calumnia vejatoria nació, por primera vez, de parte de Victoria Smith, prima de Carmen, y a la cual el maestro le respondió con la grandeza con que siempre supo dar una respuesta:
Yo sé padecer por todo, Victoria, y consideraría en llano español, una vileza, quitar por ofuscaciones amorosas el respeto público a una mujer buena y a unos pobres niños…Y de mí no le puedo decir mucho ya que no tengo ni la inmodestia necesaria para referirle a usted mi vida, que he mantenido hasta ahora por encima de las pasiones y de los hombres…pero usted no tiene el derecho de suponer que lo que mi cariño me obligue a hacer por la mujer de un hombre que me estimó y sus hijos huérfanos es la paga indecorosa de un favor de amor.[21]
Estas frases de Martí evidencian en esencia la postura asumida por él ante la cizaña aludida, luego de la muerte de Manuel Mantilla. Si el maestro se defendió cuando vivía de dichas insinuaciones y calumnias ¿Por qué intentar revivirlas con ensayos antropométricos que nada prueban?
Ante las valoraciones históricas de algunos investigadores que refieren la enfermedad del esposo de Carmen, Manuel Mantilla, se transcribe de forma literal la cita de Nancy Cruz, cuando afirma que cuando llega Martí a Estados Unidos, Carmen trabajaba mucho porque su esposo estaba impedido de movimiento y trabajo[22].
El criterio de la historiadora, sobre el impedimento del señor Manuel Mantilla para caminar, no lo hacía estéril, y entra en contradicción con lo que plantea la historiadora Sarabia que señala que solo al final de su vida estuvo en silla de ruedas[23]. Si el señor Manuel Mantilla estuvo en silla de ruedas al final de sus días y murió en 1885, ¿Existirá una sola razón para plantear que a principios de 1880 no hubiera podido engendrar? ¿Será razón esencial para adjudicarle dicha paternidad a José Martí? ¿Será que además de la traición a un amigo, en esa fecha, se quiera juzgar a Martí de bígamo? ¿Si Manuel Mantilla, hubiese sido impotente, como hubiese reaccionado ante el embarazo de su esposa con la presencia de Martí en su casa? ¿Y cómo haber podido colaborar durante esos primeros años con Martí en los preparativos revolucionarios?
Las historiadoras mencionadas y el Dr. Vento, han soslayado el elemento psicosocial del hombre del siglo XIX, de raigambre machista, como también ignoraron las palabras del maestro cuando esclareció: tengo un sentido tan exaltado e intransigente de mi honor, un hábito tan arraigado de posponer todo interés y goce mío al beneficio ajeno, una costumbre tan profunda de la justicia y una seguridad tan de mí mismo… [24] El maestro está demostrando, desde entonces, que medía cada palabra y cada acción que emprendía.
Martí amaba a su esposa. Vivió enamorado de ella y múltiples documentos lo prueban. Entre otros lo prueba la carta a Miguel Viondi y se cita a Martí: …Y desde el 3 de enero ando por estas calles…con el corazón muy bien y muy en lo hondo –herido – ¡por la mano más blanca que he calentado con la mía[25]. El 3 de marzo, dos meses después de dicha fecha, llegó a los Estados Unidos Carmen Zayas-Bazán y su hijo, José Francisco Martí Zayas-Bazán y se instalaron en la casa de huéspedes de los Mantilla.
Martí llamó a su hijo Ismaelillo, hijo, musa y un sinnúmero de apelativos colmados de una fuerte carga de ternura. Dicha ternura la empleó con todas aquellas personas que fueron importantes para él. Estas personas que trataron a Martí y al cual éste los llamó hijos quisieron a Martí como a un padre. A continuación reproducimos algunos textos que ayudarán a entender la problemática referida y poder compararlas.
A Alfonso Mercado, hijo de Manuel Mercado le dice: Tú quieres a toda costa un autógrafo mío. El único autógrafo, hijo, digno de un hombre, es el que deja escrito con sus obras[26]. El destacado intelectual Jorge Mañach refiriéndose a los hijos de Carmen señala: Son como hijos suyos.[27] Y Nydia Sarabia plantea: Los hijos de Carmen Miyares quisieron a Martí como a un padre[28]. Leonor Pérez, madre de Martí, en carta a Carmen Miyares en 1898 le escribe: No puedo dictar más pues mi corazón se oprime con estos tristes recuerdos, así délos a usted de mi parte a mis niños[29].
El hecho de que Martí llamara a María Mantilla, mi hija o mi niña, no quiere decir que sea su hija biológica, sino más bien la simboliza. María Mantilla constituyó una hija para Martí, pero de forma espiritual, a partir del momento en que comenzó a ser la ahijada de Martí y Martí su padrino. Ser padrino, como condición social, significaba y significa la responsabilidad y aproximación más cercana al ahijado o a la ahijada en ausencia o falta de su verdadero padre.
La aseveraciones de María Mantilla, la ahijada de Martí, en las cartas a Gonzalo de Quezada son una falta de respeto, no solo a aquellos a los que involucró y a los que se les debe respetar su memoria, sino también a los martianos que lean esas cartas.
La señora María Mantilla en fecha 12 de febrero de 1959 escribe: Ayer he recibido el número de Patria de Enero, y puede usted suponer mi asombro al leer la declaración del Dr. Alfredo Vicente Martí que presume llamarse nieto de José Martí. ¿Quién este señor? Que ha dejado pasar tantos años si darse a conocer…Yo, como usted sabe soy la hija de Martí.[30]
Pero, al respecto, podrían formularse algunas preguntas ¿Por qué María Mantilla había dejado también pasar el tiempo y sin embargo no lo había declarado, contando con 78 años de edad? ¿Quién esperó más tiempo el Dr. Vicente y Martí o ella?
Al analizar tales afirmaciones para un lector no tan avezado y viniendo dicha tesis de quien viene, es posible que cause mucha impresión. Pero, aunque lo que escribió no fue para ser publicado no deja de ser sensacionalista. Ante tales aseveraciones ella se desplaza entre la infamia y la indignidad e, inclusive, con sus argumentos sórdidos es capaz de imputar a Martí, prostituir la memoria de su madre y mancillar el honor de su padre.
Por supuesto, para la fecha que María Mantilla escribe las cartas, Martí representa la figura cimera en la Historia de Cuba y para ella ser hija biológica del apóstol hubiese sido un gran orgullo. Pero, por lo que se puede inferir de la acotación que hace Sarabia en su libro La patriota del silencio Carmen Miyares sobre el lapsus mental de María, al poner el nombre de Martí en vez de las hijas de Eduardo en dicha carta, María Mantilla mostraba perturbaciones psicológicas y, en el caso de adjudicarse a Martí como padre, revela arrogancia senil.
En la propia carta citada plantea: porque tengo que defender el nombre de mi padre, ante los cubanos que veneran la memoria y el nombre de José Martí[31]. Caben las preguntas ¿Quién deshonra y mancilla más a Martí los planteamientos del Dr. Vicente y Martí o las imputaciones de ella? ¿Qué forma de defender es esa en que la defensa se convierte en incriminación?
Ante las evidencias aquí expuestas, podría formularse otra pregunta ¿Cuál ha sido la forma más elocuente de vilipendiar, la que hizo María Mantilla en su momento (1959) o la que hace, en 2012, el Dr. Ercilio Vento Canosa con sus aproximaciones a un caso tan delicado? Cualquier intento de acercamiento a una verdad, por una ciencia específica, con su sistema de métodos, debe realizarse de forma ética.
En resumen la historiografía cubana se ha preocupado por la reconstrucción de las memorias y procesos históricos, pero sus principales historiadores han soslayado las investigaciones sobre el tema de la paternidad de José Martí sobre María Mantilla, porque, en el supuesto caso de probarse con certeza dicha paternidad, no añadiría nada a la figura del Apóstol, más bien la menguaría y le restaría proyección educativa.
La aplicación del método antropométrico a las iconografías de José Martí y María Mantilla no permite vislumbrar ninguna verdad, pues la incompatibilidad técnica de las representaciones iconográficas y la no comparación de las fotos de María Mantilla con el resto de la familia, impiden hacer conclusiones más generales y específicas, por lo que las afirmaciones del Dr. Vento Canosa siguen constituyendo una seudo-ciencia.
El drama Adúltera constituyó para Martí un código ético, un referente en el modo de actuar de las mujeres casadas.
Las afirmaciones de María Mantilla, sobre su condición de hija biológica de Martí, han quedado solo en el sensacionalismo y debieron ser elucubraciones seniles.
El análisis y las comparaciones permiten valorar a María Mantilla como hija espiritual de Martí.
Bibliografía***
Álvarez Tabío, Pedro: Lectura en la reunión de emigrados cubanos en Steck Hall, Nueva York, 24 de enero de 1880, en Antología Mínima José Martí. La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1975.
Cruz, Mary: El hombre Martí. Centros de Estudios Martianos. La Habana, 2007, pp. 111-112.
Díaz Gómez, Yamil. Martí y María Mantilla: ¿qué dice la ciencia? [documento en línea] http://http://www.cubadebate.cu/noticias/2012/01/24/marti-y-maria-mantilla-lo-que-dice-la-ciencia/ [Consultado: 28 enero, 2012]
Lenin, Vladimir: Cuadernos Filosóficos, t. 29. Moscú, Editorial Progreso, 1986.
Martí, José: Adúltera. O.C. t. 18. La Habana, Editorial Pueblo y Educación, 1976.
Martí, José: Cartas a María Mantilla. La Habana, Editorial Gente Nueva, 2001.
Martí, José: Carta a Miguel Viondi en Martí y la Universidad. La Habana, Editorial Pueblo y Educación, 2007.
Sarabia, Nydia: La patriota del silencio Carmen Miyares. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1990.
Notas
[1] Díaz Gómez, Yamil. Martí y María Mantilla: ¿qué dice la ciencia? [documento en línea] http://http://www.cubadebate.cu/noticias/2012/01/24/marti-y-maria-mantilla-lo-que-dice-la-ciencia/ [Consultado: 28 enero. 2012].
[2] Ibídem.
[3] Ibídem.
[4] Ibídem.
[5] Ibídem.
[6] Ibídem.
[7] Ibídem.
[8] Ibídem.
[9] Ibídem.
[10] Ibídem.
[11] Ibídem.
[12] José Martí: Adúltera. O C. t 18, p 28. La Habana, Editorial Pueblo y Educación.
[13] José Martí: Cartas a María Mantilla, p. 42. La Habana, Editorial Gente Nueva, 2001.
[14] Nydia Sarabia: La patriota del silencio Carmen Miyares, p. 5. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1990.
[15] José Martí: Adúltera. O.C. t. 18, p. 42. La Habana, Editorial Pueblo y Educación.
[16] Ibídem, p. 43.
[17] Ibídem, p. 44.
[18] Ibídem, p. 47.
[19] Ibídem, p. 69.
[20] Pedro Álvarez Tabío: Lectura en la reunión de amigrados cubanos en Steck Hall, Nueva York, 24 de enero de 1880, en Antología Mínima José Martí, p. 52. La Habana. Editorial Ciencioas Sociales. 1975.
[21] José Martí: Carta a Victoria Smith, en Nydia Sarabia: La patriota del silencio Carmen Miyares, pp. 43-45. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1990.
[22] Mary Cruz: El hombre Martí. Centros de Estudios Martianos. La Habana, 2007. pp. 111-112.
[23] Nydia Sarabia: La patriota del silencio Carmen Miyares. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1990.
[24] Nydia Sarabia: La patriota del silencio Carmen Miyares, p. 43. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1990.
[25] José Martí: Carta a Miguel Viondi. O.C. t. 20,p. 281. La Habana, Editorial Pueblo y Educación.
[26] José Martí: O.C. t. 20, p. 518.
[27] Jorge Machañ: Martí el apóstol. La Habana, Editorial Pueblo y Educación, 2001, p. 225.
[28] Nydia Sarabia: La patriota del silencio Carmen Miyares, p. 51. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1990.
[29] Ibídem, p. 77.
[30] Nydia Sarabia: La patriota del silencio Carmen Miyares, p. 98. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1990.
[31] Nydia Sarabia: La patriota del silencio Carmen Miyares, p. 99. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1990.
*Profesor de Metodología de la Investigación Histórica en la Universidad Oscar Lucero Moya, Holguín.
**Profesor de Historia de la Universidad de Ciencias Pedagógicas José de la Luz y Caballero, Holguín.
***Correcciones formales en la bibliografía para unificar.
De Ogúnguerrero
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Pero qué mojigatos son! No hay «suciedad» ninguna en que Martí sea padre de María, sí en los que piensan que eso es suciedad.