Sin duda fue el Burro Perico el más popular personaje de la ciudad de Santa Clara.
Fue comprado por el dueño de una botellería que existía hace más de 70 años en la actual Calle de San Cristóbal, con la finalidad de utilizarlo como animal de tiro para un carretón.
Con él, su antiguo dueño recorría la ciudad, comprando botellas vacías. Luego tiró de un carro de helados y después, otro dedicado a la venta ambulante de artículos de ferretería y otras mercaderías.
De esa forma, Perico aprendió a andar y desandar todas las calles de Santa Clara, y cuando llegó a viejo, que fue exonerado del trabajo, siguió realizando por cuenta propia sus habituales recorridos, tocando levemente con su hocico las puertas de las casas.
Durante esas caminatas, los encariñados vecinos de la Villa de Santa Clara le obsequiaban siempre algún alimento, fundamentalmente pan, su plato preferido, mientras los niños acariciaban al noble animal. Así, Perico se convirtió en una figura tan querida y popular, que llegó incluso a presidir los desfiles de inauguración de los carnavales santaclareños.
Muchas anécdotas dejó a su paso
Cuentan que un buen día se acercó al césped del céntrico Parque Vidal y un policía lo agredió a bastonazos. Ante esa situación los estudiantes del entonces Instituto de Segunda Enseñanza salieron indignados a insultar al representante de la ley, que más burro que el propio burro, quería llevarse a Perico preso.
Al popular burrito se le prohibió desde ese momento pasar por áreas aledañas al Parque Vidal, la principal Plaza de la ciudad. Pero quizás por hábito, o preferencia, Perico prefirió burlar esa prohibición, y con sumo ingenio, aprendió a evadir los cuerpos de acción policial.
Cuando llegaba a la Calle de Marta Abreu, en la esquina del Teatro «La Caridad, miraba cuidadosamente hacia uno y otro lado. Si había un policía, daba la vuelta o doblaba y salía por otra calle.
Mucho antes que el reciente conocido Burro de Mayabe, de Holguín, ya Perico tomaba cerveza. En una de esas oportunidades, haciendo propaganda a una firma comercial, tomó tanta cerveza que salió prácticamente ebrio a la calle.
Sin grandes consecuencias, fue atropellado por un antiguo auto. No obstante el pueblo entero siguió atento su pronta recuperación. Dicen que en lo adelante fue mucho más precavido, tanto con la ingestión de bebidas, como con los vehículos automotores. De avanzada edad murió de causa natural el Burro Perico en su ciudad de Santa Clara en el año 1947.
Gran consternación causó su fallecimiento. En las escuelas se suspendieron las clases y el pueblo entero se volcó al lugar donde yacía inerte Perico a llevarle flores. Se hizo una esquela mortuoria y se convocó el entierro para las cinco de la tarde en el patio de la propia botellería de Lea, donde fue sepultado.
El duelo fue despedido por el entonces Senador de la República: Dr. Elio Fileno de Cárdenas. El sepelio tuvo tanta connotación que fue publicado por la Radio y la Prensa Nacional y hasta en el periódico estadounidense «The New York Times».
Pese a los años transcurridos, el recuerdo del Burro Perico es imborrable en la capital de la actual provincia cubana de Villa Clara. Inspirados en su historia real, y en sus propias vivencias, muchos escritores y compositores le han dedicado inmortales páginas y hasta canciones.
Perico pasó a la posteridad como uno de los más peculiares personajes populares de Santa Clara que hoy lo inmortaliza en un monumento creado para rendirle homenaje de recordación.
Minoska Cadalso
Fuente: Radio Progreso
La historia de Perico la rescata también el escritor peruano Ciro Alegría en un libro que se llama El burro Perico y otros animales anecdóticos, publicado recientemente por editorial San Marcos, Lima, en el que su viuda, la cubana Dora Varona, recoge crónicas y artículos que escribiera para diversas publicaciones del mundo.
Asimismo, hace unas tres décadas fue objeto de un hermoso cuento ilustrado de la escritora cubana Mayra Villasis. En la Feria Internacional del Libro (de Lima) siempre pregunto en el pabellón cubano por el libro, pero sin éxito. Ojalá se vuelva a reeditar.