Estas décimas corresponden a la controversia entre Angelito Valiente y el Jesús Orta Ruiz que desarrollaron en dos partes: el 15 de junio de 1955, en el teatro del Casino Español de San Antonio de los Baños, y el 28 de agosto en Campo Armada, San Miguel del Padrón, la tierra del Indio Naborí. Las controversias versaron sobre: el Amor, la Libertad, la Muerte, el Campesino y la Esperanza. Hoy les traigo la controversia que trata sobre:
LA LIBERTAD
Valiente:
Libertad, palabra de oro
con sabor a sangre pura,
y en la conciencia madura
de los pueblos un tesoro.
En los hombres sin decoro
prospera la indignidad,
porque sin la voluntad
de los corazones bravos,
de un semillero de esclavos
no brota la libertad.
Naborí:
¿Libertad? La libertad
no tolera la estrechez:
anchura quieren el pez,
el ave y la humanidad.
Quiere el ave inmensidad
azul para desplegarse;
puede el pez, al limitarse
fuera del mar, perecer,
y los hombres quieren ser
libres para no asfixiarse.
Valiente:
Dijo el Apóstol ayer
con su palabra uniforme:
«La libertad es la enorme
tiranía del deber».
Para ser libre hay que ser
hombre de inmensas virtudes,
porque las ineptitudes
son fábricas de cadenas,
extorsionando las venas
de las grandes multitudes.
Naborí:
La libertad defendida
hasta el esfuerzo imposible,
no es más que el imprescindible
oxígeno de la vida.
Cuando en tierra sometida
nos asfixia la opresión,
para la respiración
necesaria del vivir,
un mártir déjase abrir
un hueco en el corazón.
Valiente:
Libertad, prerrogativa
del espíritu elevado,
que lleva en lo más sagrado
su parte interpretativa.
En la acción suplicativa
no está su realización;
y hay en toda mediación
un propósito pigmeo,
como señaló Maceo
en el Pacto del Zanjón.
Naborí:
Libertad, el Indio Hatuey
-rosa de llamas rojizas-
te consagró sus cenizas
en el altar siboney.
Crueles soldados del Rey
Incendian al indio bravo,
y el héroe con taparrabo
Sonríe, muere contento…
el humo libre en el viento
Siempre es más que un hombre esclavo.
Valiente:
A mí no me gusta ver
ni a un pájaro en jaula de oro,
donde el canto más sonoro
un sollozo puede ser.
La obsesión mía es romper
la jaula y decirle: ¡Al monte!
Date a volar y disponte
a ser libre, sin más cruz
en las alas que la luz
para ver el horizonte.
Naborí:
El ejemplo es el quetzal
herido de Guatemala:
enjaulado, pliega el ala
en silencio funeral.
Rechaza en huelga mortal,
los alimentos vitales
que le dan las criminales
manos que la han encerrado…
pueblo digno, encadenado,
muere como los quetzales.
Valiente:
Cuando el pueblo americano
bajo el predominio inglés,
tenía grillos en los pies
y una traba en cada mano,
junto a Washington, su hermano
de luchas, Lincoln se alzó:
a los suyos liberó,
hasta que por manos fuertes
la más triste de las muertes
en el camino encontró.
Naborí:
Jorge Washington, tu espada
digna de la loa homérica,
fue en las tinieblas de América
primer rayo de alborada.
Inglaterra desangrada
se va por el oceano,
y cuando es punto lejano
de lejana embarcación,
brilla otra constelación
bajo el cielo americano.
Valiente:
Del mundo que nada y progresa
para un rumbo más feliz,
es una enorme raíz
la Revolución francesa.
Danton, con palabra gruesa,
fustigó la iniquidad,
y en su inmediable ansiedad,
aquel cíclope del verbo,
cogió al siervo y vistió al siervo
con alas de libertad.
Naborí:
Francia, tu Revolución
Te enderezó las rodillas
y lavó viejas mancillas
como un sangriento jabón.
Tu faro de redención
alumbró a la humanidad,
desde aquella tempestad
de liberador arrojo…
¡Jamás un traje tan rojo
se puso la libertad!
Valiente:
Dessalines —según dijera
en sus versos Naborí —
fue del corazón de Haití
base, mástil y bandera.
Como si tenido hubiera
águilas en cada mano,
puso un vuelo en cada hermano
y un resorte en cada cosa,
para conquistar la hermosa
libertad del pueblo haitiano
Naborí:
Toussaint de betún y acero
con alma de claro día,
en la espalda te dolía
el látigo del negrero;
y el dolor te hizo guerrero
—vórtice de la inquietud—
para que una multitud
de hombres en silencio largo,
despertara del letargo
zombie de la esclavitud.
Valiente:
Palacios, el orador
de la Argentina que ardía,
en la palabra tenía
un puño libertador:
el recuerdo de su amor
por su patria predomina
y a la Historia le camina
a pasos de paladín
como lo hace San Martín
entre Chile y Argentina.
Naborí:
Bolívar de acero y miel
yo tiemblo cuando te evoco:
Capitán del Orinoco
con los Andes por cuartel.
Los cascos de tu corcel
iban soltando centellas,
y no dejando ni huellas
de siervos y de tiranos,
te salían de las manos
pueblos libres como estrellas.
Valiente:
Donde hay esclavos, no hay gloria:
los esclavos en cuestión
no son una patria: son
la vergüenza de la Historia.
Eso prendió en la memoria
Del Titán—sol y jinete—
hasta que en San Pedro, al fuete
de la batalla cayó,
y Cuba se le encendió
en el filo del machete.
Naborí:
Libertad, tú haces leones
de la paloma y el galgo:
así volvió el cura Hidalgo
arenga sus oraciones.
Por sucumbir en gestiones
de liberación humana,
linda enseña mejicana,
dulce bandera de gloria,
en el mástil de la Historia
flotando está su sotana.
Valiente:
El primer sacrificado
por la humana redención
debía tener un panteón
en cada espíritu honrado.
Él cayó crucificado
para que el mundo avanzara,
y aquellos que él libertara
yendo al Calvario y la Cruz,
ciegos para tanta luz
le han escupido la cara.
Naborí:
¡Oh, Martí, la dignidad
tuvo tal grandeza en ti
que basta decir Martí
para entender Libertad!
No has visto tu voluntad
realizada todavía,
pero confía, confía,
que, tras las sombras corsarias,
limpias manos proletarias
están haciendo tu día.
Bellísimo! Gracias!
Hola, la´décima me gusta y si es de dos grandes cubanos con mayor razón, en Panamá aún estamos un poco atrazados en cuanto al estudio profundo y la preparación que debe tener el trovador, es decir debe tener muchos conocimientos universales y el dominio del verso figurado.
Quiero ver una controversia entre nabori y tacoronte
Lléguese a este enlace: http://www.lajiribilla.co.cu/2002/n73_septiembre/1708_73.html